martes, 18 de octubre de 2011

Relatos de profesores de español por el mundo


Micro resumen: Menú de degustación para comensales nómadas cuya patria es el Español

Consejos de utilización:

1) Saboréelo en pequeñas cantidades.

2) No compare un plato con otro.

3) Reconocerá en cada uno de ellos ingredientes de su propia cocina.

4) No busque en él recetas de didáctica ni de metodología.

5) Compre 5 ejemplares y regáleselos a sus amigos y familiares para Navidad: así entenderán lo que usted hace y por qué lo hace. Además, contribuirá a la educación de refugiados haitianos en la Republica Dominicana ya que los autores del libro han cedido sus derechos a la ONG Onè Respe.

6) Si quiere saber más cosas sobre el libro antes de decidirse a comprarlo, siga leyendo

7) Esto no es una reseña

Próxima salida para los pasajeros con destino “Español”…

Oigo la extraña llamada por la megafonía y los miro: una fila desordenada de viajeros con pinta de medio vagabundos medio aventureros, cargados con maletas tapizadas con adhesivos en los que leo:” objetivos”, “actividades”, “explicaciones”, “recursos para los estudiantes” “antídotos contra los estereotipos”... Aunque no haya dos maletas iguales, todas tienen algo en común: la forma del asa, que se parece como dos gotas de agua a la virgulilla de nuestra eñe hispana.

Mientras esperan la facturación de sus equipajes, extranjeros al territorio inhóspito del aeropuerto, escriben con aire de poetas iluminados en unos grandes cuadernos. Parecen no ser ni de un sitio ni de otro; en su DNI figura nómadas, de profesión.

¿Adonde irán ? Me acerco, me cuelo entre su grupo sin que parezca molestarles, y con curiosidad leo disimulando algunos fragmentos de lo que parecen sus diarios de viaje:

- “Es… fantástica. Aparte de sus tropecientos políticos por metro cuadrado y su clima casi siempre húmedo y gris, todo lo demás es bueno. Es una gran capital y bien comunicada, se puede ir rápidamente en tren a Paris, Londres o Ámsterdam, hay varios vuelos diarios a Barcelona o a Madrid; tiene una oferta cultural impresionante y muchos parques, con una primavera espectacular, pero con un ambiente y unas dimensiones de una ciudad provinciana” (p. 38)

- “Nunca me acostumbré a estas complicadas estrategias, tampoco al saludo militar de Zubhair, con su mezcla de sumisión y de guasa. Tenia la manía de obsequiarme con “la señora está mas gorda” cada vez que volvía de vacaciones, que me ponía de los nervios aunque probablemente era un piropo para él. Yo no podía conducir, ni acercarme a las llaves del coche ni en caso de emergencia, por lo que no me quedaba mas remedio que tomármelo todo con cierta filosofía” (p. 25)

- “(…) es un país y no es un país, es oscuro y es luminoso, es vital y es melancólico, es un estado de animo y es una enciclopedia de historia, es celta y es nórdico, es crepuscular y es un día eterno, es frio claro de acero y lluvia y sol muy alto, es una gaita, un ceilidh, una fiesta y la amabilidad personificada’ (p. 62)

- “Los primeros días me dejé dominar por la tristeza y el tedio. Paseé en solitario por la hermosa y melancólica ciudad capital del románico, una ciudad gris donde la lluvia mansa y silenciosa marcaba su monotonía día tras día. (…) Sin embargo, parecía como si yo conociese esas calles de toda la vida, observando los comerciantes que cerraban sus tiendas, los escaparates, las miradas de la gente, la alegría tímida y la tristeza escondida de los transeúntes. Aquella añoranza me servía de hilo de unión con mi gente” (p. 85)

- “Lo primero que me llama la atención son los gritos en la calle. Me confunde el ruido constante, las bocinas de los coches, la gente que parece que se esté peleando. ¿Por qué se pelean? ¿Qué les pasa? Esa es mi preocupación constante. No, tranquila, que no se pelean, no pasa nada, esa es su forma de hablar… Pero si los españoles también hablamos a gritos…” (p.109)

- “Vi (…..) por primera vez a mediados de agosto de 2008. Una temperatura de 46°, una humedad relativa de 94% y un viento que te achicharraba la cara apenas abrías la puerta, haciéndote tener la sensación de caminar dentro de un ventilador antiguo como aquel en el que metían a mi madre en la pelu cuando se hacia los rulos” (p.114)

- “Heidilandia”, así bautizaron mis hijos a ……. Por su aspecto idílico, es un territorio triangular, del tamaño de una provincia española mediana, salpicado de bosques y castillos, cuya capital esta compuesta en gran parte de bancos y edificios donde trabajan los funcionarios de la Unión Europea” (p.135)

Pero… ¿qué harán allí? Y… ¿qué país es ése? No acierto a adivinarlo… La verdad es que no parece el mismo lugar… Qué extraño… Un país con paisajes, climas y ambientes tan diferentes.. ¿Donde estará? ¿en qué continente? Me acerco cada vez más pasando completamente desapercibida, es como si fuera invisible… Pues no, me miran, me dejan pasar y me sonríen, como si me reconocieran… Sigo leyendo:

- “Los pequeños gestos de la vida diaria, cuando uno llega a un país con una lengua desconocida, se convierten en una aventura. Buscar casa, comprar el pan, quedar con alguien para tomar un café, hacer papeleos y sortear burocracias, pagar la luz; hablar en una mezcla de todas las lenguas, haciendo miles de gestos, y no entender nada y pasar por tonto, aunque sin perder la sonrisa o la paciencia; o pasear sin rumbo leyendo todos los letreros, intentando orientarse en esta ciudad donde las calles no tienen nombre.” (p.10)

- “Supongo que es deformación profesional, ya que una siempre anda buscando etimologías, preguntando qué significa esto, como se dice lo otro; haciendo asociaciones de ideas con las palabras nuevas; sacudiéndome de encima, como quien se sacude en invierno los copos de nieve cuando deja la calle y entra en un lugar calentito, sacudiéndome, pues, las categorías gramaticales, los subjuntivos, los pronombres átonos, al leer cualquier papel que caiga entre mis manos, para poder, simplemente, leerlo” (p.9)

- “Entró en lo que era su segunda sesión de clase. Todos los alumnos se levantaron en señal de respeto y le desearon buenas tardes, tal y como les había enseñado en su clase anterior. Nada más empezar, les dijo que iba a exponerles las preguntas típicas en una presentación. (…) Todo fue normal hasta que llegó el turno de una pareja de alumno-alumna que no se conocían previamente. Miradas tímidas. Rubores. Voces entrecortadas. Se sintió un poco mal por haberlos puesto en un compromiso. Pero también se sintió satisfecho porque después de aquel ejercicio, estuvo comprobando que las miradas cómplices y las sonrisas no dejaban de unirlos en una posible semilla de algo que podía ser, a partir de aquel entonces, infinito” (p.31)

- “Fueron dos años frenéticos: no había manuales de enseñanza, ni periódicos, ni revistas… Las fotocopias de Español en Directo, una antigualla didáctica, no ayudaban mucho. Arrancábamos material de donde podíamos: periódicos en la embajada de España, en otras oficinas diplomáticas, muchas veces lecturas de viajeros desatentos… Y había ganas… muchas” (p.51)

- “La tecnología aquí está a la orden del día y es raro el estudiante que no disponga de su propio portátil para conectarse a la red inalámbrica de la escuela. La administración también proporciona uno a cada profesor que, junto a otros recursos como videocámaras, pizarras interactivas o un montón de laboratorios, hacen que nos rompamos la cabeza para intentar llegar a los alumnos con actividades nuevas que les motiven” (p.55)

- “Lo que cuentas de tu trabajo es para no creerlo. ¿Cómo se puede hacer promoción del español (y pagaros los sueldos que os pagan) sin Internet ni fax ni estanterías y en un cuchitril lleno de hormigas? No me lo puedo creer. ¿Cómo lo soportas? ¿No protestas?” (p.33)

- “Se trataba de una sala ubicada en un semisótano que casi parecía una discoteca, con un piano de cola que me servía de mesa y una pequeña pizarra portátil, único elemento académico. La decoración con luces de colores y serpentinas no restaba concentración a aquel pequeño grupo de jóvenes de educación holandesa y sangre española, hijos de emigrantes, que pretendían convalidar sus estudios holandeses por el bachillerato español. Improvisé para ellos un programa de lengua y cultura españolas a base de fotocopias y cintas de casete – aun no se habían inventado los cedés -, hasta que al fin nos enviaron los famosos “libros rojos” – color chocolatina Nestlé – desde el Ministerio; El curso funcionó de maravilla, lo que demuestra que, cuando hay entusiasmo y ganas de trabajar, los medios materiales no son tan importantes como se cree.” (p.96)

- “En el autobús, camino a Cádiz, les cuento a los chicos ese de las dos pijas en el Amazonas; ven un caimán e histéricas gritan: “!Un Lacosteee!”. Nos reímos. Lo entienden. Creo” (p.70)

- “Cuanta más experiencia tenía, más echaba en falta otro tipo de conocimientos necesarios para que las clases fueran más provechosas para sus alumnos: ¿qué puedo hacer para que no hablen todo el tiempo en griego entre ellos? ¿Cómo romper su individualismo y hacer que se animen a trabajar en equipo? ¿Puedo aprovechar que muchos me consideren su confidente para que aprendan más? ¿Qué tipo de material les resultaría atractivo? Y decidió asistir a cuantas jornadas de didáctica del español se celebraran en Atenas para cubrir esas carencias. De ellas salía agobiada, pues se presentaba en ellas como ideal una imagen del profesor como animador sociocultural completamente alejada de su rol tradicional. “¿Qué voy a hacer ahora?” – se decía -. “Creo que sé explicar gramática, pero ni canto ni bailo y, además, no tengo gracia alguna contando chistes…” (p.92-93)

- “Durante mis tres meses y medio contratada como profesora de español en el Barco de la Paz he sido: modelo, cantante, profesora de flamenco, coreógrafa, bajo en una banda de air guitar, estudiante de swahili, vampiresa, guía, activista, percusionista, presentadora, ponente, actriz, bailarina de danza del vientre, diseñadora de bisutería reciclada, asesora, correctora de textos, intérprete, DJ y seguro que se me olvida alguna más.” (p.128)

Y… ¿por qué lo harán? ¿Qué les motiva a marcharse de España para emprender este largo viaje? ¿Qué encontrarán – que les compense – en el camino?

Ahora ya no tengo que disimular: los extraños viajeros me dejan sitio para que me ponga a su lado, me proponen sus grandes maletas como asiento improvisado y se apartan para que yo pueda leer con facilidad lo que están escribiendo. Estoy atrapada: ya no puedo dejar de leer.

- “Mis días han pasado luchando por establecer la creatividad, la espontaneidad y la naturalidad en mis alumnos, no sin renunciar a cierto gusto por las formas, por el discurso, por el contenido. Romper con el sistema o dejarme abducir ha sido una constante pregunta sin más respuesta que el simple devenir de los hechos. A veces un simple café con mis alumnos después de clase ha sido mas fructífero para ambos que las largas horas lectivas.” (p.102)

- “Llego a clase. Mis compañeros me tratan de usted. Mis alumnos me llaman de usted. Se me considera de entrada una persona culta y merecedora de mi titulo como profesora. Nada más lejos de lo que yo tenia acostumbrado en mi tierra, donde de entrada eres el enemigo y socialmente se te considera poco mas que un zángano” (p.14)

- “Las noto con ambición de sabiduría, elegantemente embutidas en sus mantos o chadores negrísimos y de una aguda inteligencia que poco tiene que ver con la imagen de sumisión que uno trae de Occidente, adiestrado por los falsos prejuicios y por los despiadados medios de comunicación. También son extremadamente sensibles a la poesía y aman con pasión los versos de sus poetas nacionales, a la par que muestran un creciente interés por Lorca y Bécquer. Entremezclan su desarrollada conciencia de género con un altísimo grado de respeto, sobre todo para con sus mayores. Cada vez que entro en el aula se levantan de sus asientos como si yo fuera un sacerdote que inicia la liturgia de las almas.” (p.105)

- “Mis alumnos alemanes son muy disciplinados, como manda el tópico, y motivados; bueno, esto ultimo casi siempre. Ambas características juntas hacen que uno se pueda permitir cualquier extravagancia en clase o cualquier variedad de métodos de aprendizaje; les gusta comunicar, les gusta rellenar huecos, les gustan las tareas, les gusta la gramática, les gustan los juegos… vamos, que les gusta todo y en todo siguen al profesor con atención, salvo si este es malo, porque tampoco compran cualquier cosa” (p.18)

- “He de decir que me he enamorado de este país cada día, pero todavía creo que puedo hacerlo aun más intensamente, pues si puedo dejar una conclusión bien clara para todos, es que cuanto más conocemos otra cultura, otro país, otra lengua, más nos damos cuenta de cuanto nos queda aun por conocer de nuestro propio país y de la propia vida” (p.79)

- (…) ¿quiero volver yo a la escuela española? ¿No es demasiado pronto? ¿He saciado ya mis ganas de cambio, de conocer otro sistema educativo y otra forma diferente de trabajar? Aunque, mirándolo de otro modo: ¿no echo ya de menos mis clases de Filosofía con adolescentes? ¿Quiero repetir un año más con mis mexicanitos de seis años? Este es otro dilema: ¿volver a Kant o seguir enseñando a leer?” (p.74)

- “Y al valorar esta vuelta cotidiana al mundo siempre descubro que me ha dado mucho más de lo que he dado yo. Me ha curtido, me ha dado flexibilidad, me ha enseñado a viajar a las gentes y no solo a los sitios, me ha quitado prejuicios, me ha hecho despojarme de estereotipos y tópicos, me ha permitido constatar cuantas normalidades y lógicas hay, me ha dado capacidad de comprender el mundo y me ha enseñado a mirar con ojos nuevos. Siempre con ojos nuevos.” (p.165)

No sé cuanto tiempo he pasado leyendo. Tengo la impresión de haber hecho un viaje muy largo a realidades diferentes y sin embargo que comparten intersecciones vitales esenciales. Estoy en la puerta de embarque con destino “ESPAÑOL” y formo parte, agradecida, del grupo de nómadas iluminados. Me siento cómplice de cada uno de ellos. Yo también escribo ahora en mi cuaderno de tapas multicolor:

- “Todo empezó con el aleteo de unos ojos azules sobre los que ondeaba un campo rubio de trigo. Aquellas vibraciones provocaron un terremoto en las coordenadas existenciales de la zaragozana recién salida de la Universidad que era yo entonces. Y aunque luego haya habido más ojos y campos de otros colores, este trabajo en el que vivo ha seguido ejerciendo una atracción irresistible en mi vida. Hasta ahora, siempre he sucumbido a sus encantos. Hoy, 27 años después, sigo siéndole fiel.

Porque mi trabajo es mi patria: más que española, soy de Español”

Alguien me está leyendo.


ISBN: 978-84-939226-0-3

Varios autores

Editorial: Esquema Ediciones, Barcelona

Año: 2011

Páginas: 176

Precio + IVA: 16,50 €

Dónde comprarlo:

Librerías fuera de España: pedidos@celesa.com

Particulares dentro y fuera de España

www.alibri.es

www.llibreriacatalonia.cat

Blog del libro: http://elespaniolenlamaleta.blogspot.com/

5 comentarios:

Matilde dijo...

Gracias Pilar por esta preciosa reseña, original y cómplice que transcribes aquí y que ha publicado Marcoele.http://marcoele.com/

Aprovecho para decir que el libro tiene un blog donde los curiosos pueden entrar para saber más cosas sobre esta aventura colectiva:
http://elespaniolenlamaleta.blogspot.com/

¡Un abrazo!

Leonor Quintana dijo...

Qué bonita y original!
Me ha encantado. Gracias.

Muchos saludos desde Atenas.

Marta Gómez dijo...

Pilar,
Una entrada preciosa, muy emocionante y cálida, que retrata a la perfección el libro y sus intenciones, sensaciones, impresiones...
Me ha encantado: muchísimas gracias (que de bien nacido es el ser agradecido).

Pilar dijo...

Me alegro muchisimo de que os guste ! Es el resultado de la digestion de vuestros bellos relatos con el musculo mas importante: el corazon!

Un abrazo colectivo

Manuel dijo...

Muchas gracias Pilar por tu, tan original, reseña del libro. Si tu has disfrutado leyendo los relatos, yo lo he hecho leyendo tu entrada.